Demasiada pompa, demasiada expectativa para una una “operación” denominada TAYTA, que tuvo en teoría un gran objetivo: “llegar a la población más vulnerable de Aucayacu”, fueron las palabras del General División EP Leguia Murillo, quien además señaló a la prensa que la operación se llama TAYTA porque “está orientada a las personas que han sido más vulnerables a nivel nacional. Los que sufren las mayores consecuencias, el mayor grado de mortandad […] Sin embargo, no solamente, en estos casos que venimos de Lima, va a ser para los adultos mayores, sino también aquellos vulnerables, aquellos que tengan diabetes, obesidad, u otras vulnerabilidades”.
Por cierto, el objetivo de beneficiar a la población vulnerable parecía que resultaba una buena idea, pero en realidad la sorpresa y la desazón se la llevaron los más ancianos. No habían sido informados con anticipación cómo se iba a desarrollar la atención. Las patrullas fijas, ubicadas incluso en algunos caseríos como UTC Bambú, La Primavera, Yacusisa, y en Centro Poblado San José de Pucate no contaban con información anticipada..
La presencia del General División EP, Leguía Murillo, no fue suficiente para que se garantice el orden y la atención esperada. Pareciera que esta batalla contra el Covid – 19 en la población urbana de Aucayacu no tuvo la estrategia mejor pensada y coordinada. La presencia de un comandante no fue suficiente para saber quién asumía tal o cual tarea. ¿El personal del Ejército?, ¿los profesionales de la salud?, ¿el municipio distrital?, ¿la Policía Nacional?
Por un lado, la atención empezó en dos instituciones educativas de Aucayacu, por otro lado, un grupo intentaba visitar los barrios. La intención fue positiva, pero no efectiva. Pareciera que la Covid – 19 terminó venciendo en medio de la confusión que se veía. Ciertamente una confusión que se preveía, ya que esta acción se ejecutó de un momento a otro. La información previa no había con anticipación, las autoridades comunales y de los vecindarios terminaron sorprendidos que una “operación” se ejecuta en esta zona del país. Pareciera que la implementación de la estrategia contra el “enemigo común” no fue acertada. “¿Qué medidas tomarán con los casos positivos?”, “¿y el protocolo para protegerse dónde queda?”, se preguntaba la población aucayaquina.
Ni las brigadas fijas, ni las visitas a las familias con brigadas móviles fueron realmente efectivas. Identificar casos positivos fue como “jugar a las escondidas” o “al teléfono malogrado”. Los más ancianos esperaban en sus casas, y nadie llegó. Tal es el caso del sector del Puerto en Aucayacu. Las patrullas móviles no fueron suficientes para llegar a una población que esperaba una atención seria, pero sobre todo digna y eficaz.
Se espera las mejoras del caso en una operación que para el estado peruano le serviría de mucho saber que ha sido bien pensada, estratégicamente organizada y ordenadamente ejecutada. La población merece la mejor atención, no una “flor de un día”.
Al final, lo que sorprende es ¿por qué la Red de Salud de Tingo María hace un barrido por algunas zonas de Aucayacu desde el día anterior, con el mismo propósito? ¿Por qué no trabajar juntos? ¿Dónde queda la palabra articulación?